La noche siempre gana, la oscuridad se hace fuerte e invita a dormir. Pero hay noches en las que el silencio estremece, y el viento silente canta buscando con quien compartir su música. Dentro el crepitar de las ventanas produce desvelos, los viejos visillos no se mueven y el incesante calor baña nuestros cuerpos en sudor.
Aquella mirada fija y llena de luz, invadía mi ser, me hizo confiarle mis pensamientos, secretos más ocultos y proyectos futuros, pero ella buscaba más, no era suficiente hasta que le hablé de amor y le leí, leí poemas que de ella hablaban.
Ella siempre está rodeada de luceros, de deseos y esperanzas. Nos observa desde el firmamento y con ella las noches llegan a ser menos oscuras y no tan largas.
Verano cálido
los ojos de la luna
mi lecho invaden
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