Confieso que robé tus primaveras
antes de que las flores brotaran,
quise vestir mi piel de pétalos
y esfumarme con su aroma.
Confieso que superé a mis instintos
en el momento que el mundo pausó
tan solo quedaron sueños candentes
cuando el viento tu nombre se llevó.
Confieso que inundé los
días de lágrimas,
causa de recuerdos y viejas
canciones
supliqué por tus flores,
tus besos, y tu aroma
con los que vestirme en
cada madrugada.
Confesé ante el ocaso y el albor
el sol llora
y un arcoíris se construye
en mi ventana.
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