Danza el otoño en la mañana
aviva una chispa melodiosa
de ocres cálidos como el sol.
Descienden las hojas al vacío
mientras arde entre mis dedos
el compás de mil acordes.
El cielo ha dejado el dulce cantar
para acariciar mi piel con la lluvia
e inundar mis ojos de lágrimas.
Ante mi se despoja, y barre
las secuelas de un cálido estío
mientras canta, ríe, vuela, baila.
Mi ventana soporta sollozos y
la frágil cadencia de un corazón
por culpa de todo su esplendor.
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