De mirada apática se hunde
y ahogada en su dolor
se cobija en la más pura tristeza.
Dentro de si impera un vacío,
fruto de la desolación,
y del apego auto hiriente.
Los segundos son horas
abrazadas a la melancolía
que escarba el pasado.
Cada día se marchita al alba,
en la tarde aviva un fuego doloso
y las estrellas apagan sus noches.
Ella es un camino sin luz,
es la lluvia que al caer muere,
y es quemazón del llanto endurecido.
Mas la furia que desata su vida,
se va tornando poco a poco
en débil sentir de amor propio.
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